Paradojas y algunas curiosidades lingüísticas
Siempre he sido fanático de las paradojas o de los juegos de palabras parecidos, claro también de los dialelos y las aporías; que aunque no tengan mucha diferencia entre sí, son conceptos distintos y muy curiosos. Aquí recopilo algunos clásicos, comenzando con la imagen que acompaña a este post.La ‘paradoja’ de El quijote nos cuenta lo siguiente:
En la novela de Don Quijote se nos cuenta de una isla donde rige una curiosa ley. Toda persona que visite la isla debe responder a la siguiente pregunta que le hacen los guardias: ¿Para qué viene usted aquí? Si el visitante responde con la verdad no hay ningún problema y entonces puede entrar a la isla. Pero si el visitante miente es ahorcado allí mismo.
Cierto día un visitante de la isla respondió a la pregunta de los guardias así:
- ¡He venido aquí para ser ahorcado!
Los guardias quedaron perplejos y no supieron qué hacer. Para decidir la cuestión, el visitante fue llevado ante el gobernador de la isla. Tras pensarlo largamente el gobernador tomó la siguiente decisión:
- Seré clemente y dejaré libre a este hombre.
Aunque como bien dice Luis, en Microsiervos, el hombre debería ser ahorcado, no por mentir, sino porque era lo que fue a hacer en esa isla.Cierto día un visitante de la isla respondió a la pregunta de los guardias así:
- ¡He venido aquí para ser ahorcado!
Los guardias quedaron perplejos y no supieron qué hacer. Para decidir la cuestión, el visitante fue llevado ante el gobernador de la isla. Tras pensarlo largamente el gobernador tomó la siguiente decisión:
- Seré clemente y dejaré libre a este hombre.
Un ejemplo un poco más complicado lo han encontrado en la Paradoja de Russell:
En un lejano poblado de un antiguo emirato había un barbero llamado As-Samet diestro en afeitar cabezas y barbas, maestro en escamondar pies y en poner sanguijuelas. Un día el emir se dio cuenta de la falta de barberos en el emirato, y ordenó que los barberos sólo afeitaran a aquellas personas que no pudieran hacerlo por sí mismas. Cierto día el emir llamó a As-Samet para que lo afeitara y él le contó sus angustias:
«En mi pueblo soy el único barbero. Si me afeito, entonces puedo afeitarme por mí mismo, por lo tanto no debería de afeitarme el barbero de mi pueblo ¡que soy yo! Pero si por el contrario, no me afeito, entonces algún barbero me debe afeitar ¡pero yo soy el único barbero de allí!»
El emir pensó que sus pensamientos eran tan profundos, que lo premió con la mano de la más virtuosa de sus hijas. Así, el barbero As-Samet vivió por siempre feliz.
Donde una vez más, el gobernador del lugar ha premiado la labor de realizar ese tipo de pensamientos.
«En mi pueblo soy el único barbero. Si me afeito, entonces puedo afeitarme por mí mismo, por lo tanto no debería de afeitarme el barbero de mi pueblo ¡que soy yo! Pero si por el contrario, no me afeito, entonces algún barbero me debe afeitar ¡pero yo soy el único barbero de allí!»
El emir pensó que sus pensamientos eran tan profundos, que lo premió con la mano de la más virtuosa de sus hijas. Así, el barbero As-Samet vivió por siempre feliz.
Donde una vez más, el gobernador del lugar ha premiado la labor de realizar ese tipo de pensamientos.
Y quiero terminar con mi favorito de todos los tiempos:
Observamos un trozo de queso, y vemos que tiene agujeros.
1) Cuanto más queso haya, más agujeros habrá.
2) Pero mientras más agujeros, menos queso.
3) Por lo tanto, mientras más queso, menos queso.
1) Cuanto más queso haya, más agujeros habrá.
2) Pero mientras más agujeros, menos queso.
3) Por lo tanto, mientras más queso, menos queso.